jueves, 21 de agosto de 2014

TRANSITAR EL MIEDO

Qué es lo que no se puede escribir, lo que nuestras ideas tapan cuando nos sentamos frente a la computadora? Qué cosas son las que evitamos hacer, cuando damos vueltas y en lugar de ponernos a hacer lo que sabemos que tenemos que hacer nos distraemos con cualquier otra cosa. Cuáles las cosas que hacemos para evadir esas que nos llaman, que nos esperan y nosotros no queremos saber nada. Hace unos meses escribí sobre la angustia como un sentir incómodo y absolutamente necesario cuando vamos transitando un camino que tiene que ver con alguna verdad propia, interna, un camino verdadero. Hoy acuden a mi ventana ideas ligadas al miedo, a los temores que siempre están revoloteando nuestra vida y nuestras decisiones.

Mucho se escribe sobre el miedo y me animo a decir que todos sabemos qué es sentir miedo… sin embargo está ahí… acechando, oculto en los olvidos, detrás de las cortinas de nuestro deseo, listo para emerger siempre que puede.

Y me pregunto qué forma tiene el miedo? Qué formas cobra nuestro miedo? Cómo hacer para distinguirlo porque aunque no parezca no siempre está tan a la vista, a veces hace falta sacar capas y capas de ruido, de acelere, de vorágine para advertir que una parte de nuestro ser está agachado y muerto de miedo frente al propio deseo. Sí, escucharon bien (digo leyeron bien) muchas veces el miedo aflora cuando tenemos éxito, cuando eso que tanto ansiamos está sucediendo. Y entonces cuando estamos ahí, cara a cara con lo que anhelamos el miedo toma una forma particular, porque no se trata de cobardía sino que es un miedo que nos anuncia que estamos a punto de dar un salto cualitativo en nuestro universo conocido, estamos por ampliar nuestro campo de acción y entrando en un capítulo inédito de nuestra vida.
Se me ocurre imaginar un escenario con el miedo en relación al deseo, como si un grupo de personas actuaran miedos y otro grupo actuara deseos, y ambos grupos dialogaran, interactuaran… qué pasaría? Qué haría el miedo, los miedos? Qué harían los deseos. Si le agregamos a ese cuadro dinámico un personaje que sintiera miedo frente a un ofrecimiento laboral que se hace realidad… múltiples posibilidades se abren en un espacio dramático y espontáneo, en un espacio creativo que nos ayuda a imaginar, a encarnar, a ver.
De esto se trata el teatro espontáneo. De mostrarnos a nosotros mismos lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que estamos atravesando, sea para uno mismo, un grupo, una comunidad, un colectivo.
Transitar los miedos. Crecer. Dar el salto.


Nota publicada en El Semejante / Julio 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario