martes, 8 de octubre de 2013

¿Qué pasa cuando abrimos una sensación y la sacamos al mundo?

Muchas veces abrimos lo que nos pasa con el objetivo de compartirlo pero sin pensar que en ese momento lo que sentimos se puede ver transformado, reparado o iluminado. Cuando el relato -de una sensación o de una historia- lo tenemos en la mente y/o en el cuerpo tiene un aspecto y cuando la sacamos para afuera, muchas veces se modifica, toma otras formas, otro vuelo. Como cuando tenemos en la mente ese vestido que era tan divino y que nos quedaba tan bien y de repente lo buscamos en el ropero -porque hace rato que no lo usamos- y nos encontramos con un vestido completamente distinto al que recordábamos, más chico, quizá más gastado y también puede pasar que nos quede mucho mejor ahora que antes. Lo cierto es que nos damos cuenta de esas diferencias porque lo fuimos a buscar y pudimos contrastar esa imagen mental que teníamos con la realidad de la ropa.
Es un ejemplo trivial y sin embargo, con el teatro espontáneo sucede algo parecido, ponemos en palabras nuestras sensaciones, luego las vemos representadas y ¡Zas! Caen velos, algo se descubre y se ve transformado eso que sentíamos.
Hace poco pedí ver una sensación “desde que nació Eva [mi hija] me pasa que por la noche hay mucho más movimiento y suceden muchas más cosas que las que pasaban antes, jamás me despertaba en toda la noche. Ahora me levanto varias veces, voy a la cama de ella, ella se pasa a la mía, voy al baño, paso por la cocina, etc”
En este caso durante el relato y su versión teatral, algo pulsó en mi interior y se empezó a abrir. Me vino la idea que la noche podía ser lo inconsciente, eso que está oscurecido para la conciencia y que a partir de un acontecimiento [como la maternidad] se mueve y resignifica el mundo. No lo pienso con ánimo de interpretación psicoanalítica sino como vía de acceso a nosotros mismos. Darme cuenta que ahora hay más espacios mentales y de la realidad en los que participo. Cuando levanté la mano para compartir mi sensación solamente pensé en lo que siempre escuchaba decir respecto de cómo te cambia el sueño (y la vida) tener un hijo y sin anticiparlo me encontré a su vez con el reconocimiento de nuevos territorios que hoy conforman mi realidad.  

Sacar una sensación al mundo como parte de un relatarse a uno mismo su propia historia actualizándola. Sacarla al mundo, como tomar contacto con el universo humano y con el mundo de los otros. Mostrarnos al mundo, en el mundo, a través del mundo y su complejidad.

Publicado en "El semejante" / octubre 2013