Se terminan las vacaciones de
invierno y con ellas los mil y un espectáculos para niños.
El teatro espontáneo es la
excepción a muchas reglas pero no a ésta. En estas semanas entre julio y agosto
también la vida de las compañías de teatro espontáneo es atravesada por la
impronta vacacional e infantil.
Este cruce de niños y teatro
espontáneo es de por sí un cruce interesante, curioso, particular como todo lo
que atraviesa a cada uno de ellos.
Este teatro es corporal,
improvisado, lúdico y en este sentido fácil de comprender y accesible a la
lógica infantil. Ellos comprenden con rapidez de qué se trata y así se lanzan a
participar.
Es muy interesante observar el
tipo de relatos que suelen contar como por ejemplo historias en las que se
cayeron, se lastimaron, les salió sangre o rompieron un diente. Resulta llamativo
este tipo de narraciones si lo pensamos desde una lógica adulta ya que en los
adultos no es frecuente pedir ver caídas y golpes. Sin embargo es frecuente en
niños, como también es común escuchar sus miedos.
En estas fechas, cuando el
auditorio de una función se llena de niños volvemos a tomar contacto con la
frescura y la espontaneidad en su sentido pleno. Se puede apreciar cómo juegan,
cómo tramitan la vida y sus problemas, cómo rescatan lo que les gusta.
Es posible que haya relatos
semejantes, en el sentido de que alguien cuente un paseo por el zoológico y
luego varios quieran contar también su paseo por el zoológico. Es posible
también que el silencio en algunos momentos sea difícil de lograr, y eso muchas
veces al adulto lo incomoda, le molesta. Esto sucede entre otras cosas porque
aún no tienen incorporados determinados ritos y es justamente lo que hace a la
frescura que le aportan a este teatro de composición colectiva.
Sin embargo participar en una
función de niños es un regalo, una oportunidad para escuchar cómo fluye la espontaneidad
tan difícil de lograr a veces en los adultos. Los niños cuentan lo que están
sintiendo, lo que en ese momento les pasa, no evalúan si está bien o no, ni qué
imagen quieren darle a los otros, sino que reaccionan con sinceridad y verdad.
La simpleza en los relatos de
los niños no es por simple menos sabia, muy por el contrario, en esa
literalidad muchas veces se encierra el secreto de la sabiduría y de la
potencia teatral.
Hacer funciones de teatro
espontáneo para chicos es intenso, activo, dinámico, lúdico. Si queremos saber
cómo es el niño interior que llevamos dentro los invito a participar de una
función para conectar con la potencia de los niños que están fuera de nosotros,
ellos nos ayudarán a iluminar nuestro camino.
Nota Publicada en El Semejante / Agosto 2014
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