viernes, 5 de septiembre de 2014

COOPERAR. CONCIENCIA DE LOS OTROS (1 º parte)

Una de las cosas que más repito cuando doy un taller de improvisación teatral o de teatro espontáneo es que gran parte del entrenamiento se basa en ejercicios de cooperación, de trabajo en equipo. Es clave desarrollar estas nociones en la acción teatral para lograr que la creación colectiva y espontánea se realice.

¿Qué sería cooperar? ¿En qué consistiría?

En principio podría señalar que tiene que ver con HACER CON. Para cooperar con otro es necesario reconocer y aceptar a los otros que están en escena junto conmigo. Esto que parece obvio decididamente no lo es.

Muchas veces lo que nos muestran los ejercicios de improvisación es que el actor hace cosas como si estuviera solo en el sentido de que pasa por alto o deja caer las propuestas del compañero. Controlar, competir, pelear, imponer son actitudes muy comunes y frecuentes en estos talleres, al menos cuando uno comienza este camino espontáneo. Es más importante aún comprender que nadie lo hace conscientemente, nadie dice voy a pelear con el otro, le voy a decir que no a todo lo que proponga. Más bien lo contrario, se quiere hacer una escena con el otro pero sin advertirlo se rechaza las propuestas, se impone o quiere controlar lo que pasa. Esto sucede porque al no haber tiempo de preparación ni un guión establecido y mucha incertidumbre en lo que se improvise, se activan miedos y ansiedades en cada uno y aparecen esas acciones que nos bloquean el camino solidario. Lograr acciones improvisadas con otros implica trabajar directa o indirectamente con nosotros mismos y nuestros miedos.

Un aspecto básico para cooperar es poder VER a mi compañero, lo que no significa sólo mirarlo sino verlo, conocerlo, estar atento a lo que dice, hace, acciona, estar disponible para acompañarlo, complementarlo. Pensemos que si hay que improvisar una escena de a dos y ambos tienen esta actitud cada uno va a estar atento a lo que proponga, sienta y exprese el compañero.

Pongamos un ejemplo de teatro espontáneo. Alguien cuenta que está alegre y quisiera ver representada esa sensación. La directora les indica a los actores que lo hagan con una estructura de escultura fluida. Para ilustrar lo que venimos diciendo sobre la cooperación podríamos decir que los actores habiendo recibido las indicaciones ya están listos para salir al espacio dramático. Acá se encuentran frente a dos caminos posibles.  Un camino es que vayan saliendo de a uno, cada actor con su propuesta hasta que estén todos en escena y finalice la representación.

El otro camino es que cada uno vaya saliendo con una propuesta al espacio dramático (hasta aquí igual que el 1º camino) y a medida que los compañeros se van sumando ir conectando, registrar las otras propuestas, esta porosidad va a permitir que mi propuesta se vaya modificando, se transforme y así las de cada uno para ir mezclándose con las otras hasta volverse una –más grande y poderosa-. Cuando esto se logra todos los percibimos, se siente a nivel energético, poético, de potencia. En este segundo camino se dio la cooperación, atender a los otros que están junto conmigo y construir una escena, juntos.


Hoy en día que se habla tanto del individualismo (egoísmo), el sálvese quien pueda, como de la indiferencia frente al otro, este tipo de actividades desarrollan una lógica solidaria que nos acercan al otro, nos hace considerarlo y aceptar las potencias de cada uno. Y en ese acto se produce un nosotros que [muchas veces] nos da sentido. 

Publicado en el periódico "El Semejante" / Septiembre 2014