miércoles, 11 de septiembre de 2013

Reflejos con vida propia

Cuántas veces tenemos creencias que se van modificando a lo largo del tiempo. ¿Qué fue lo que cambió? Me animo a responder que la mayoría de las veces nuestra perspectiva cambió y eso hizo que el mundo, nuestro mundo, cambiara y fuera más grande, más vasto, más amplio, más profundo, y también… todo eso junto.
Pedir ver una sensación en teatro espontáneo es pedir vernos a nosotros mismos, creándose en la magia teatral la oportunidad para descubrir algo que somos o que desconocemos y también para ampliar nuestro mundo. Hay muchas maneras de mirarse, está quien se mira para aprender, descubrir, conocer y está quién gusta de mirarse, que busca confirmar lo que ya sabe, o hace gala de su belleza. Distintas posibilidades que van delineando nuestro modo de ser.
Lo curioso de este espejo poético es que tiene vida propia. Uno pide ver una sensación y si bien el propósito se logra cuando la persona ve algo de sí en la representación… no obstante… la representación es construida por personas como uno, con sus vidas, sus improntas, sus bagajes, sus modos de escucha y que sin cocción previa producen una recreación improvisada de la sensación relatada por el narrador.
La propuesta es más que interesante y misteriosa, lanzar un relato al espejo y esperar vernos ahí a través de otros. Soy testigo de la potencia que logra en infinitas oportunidades. Es impactante y conmovedor encontrarse en ese reflejo teatral y recuperar experiencias vividas. Se logra una nueva vivencia con perfume histórico. Ojalá siempre fuera así… pero… también es cierto que no siempre refleja lo que esperamos ver, no siempre hace lo que imaginamos, contamos algo y la imagen que se produce ilumina aspectos que para nosotros fueron secundarios, o pensamos que la escena comenzará y se desarrollará de tal o cual manera y sin embargo los actores arman un nuevo relato estético. En este sentido es una sorpresa revivir ese momento y advertir nuevos focos de luz.
Otras veces, puede suceder que el espejo produzca una imagen que no se parece en nada a nosotros, y me tiento por agregar que no se parece en nada a la idea que tenemos de nosotros. No descarto que el grupo de actores distorsione el relato por motivos particulares como ser esas veces que a uno o varios actores les toca tan de cerca el relato del narrador que actúan su propia versión de lo contado.

Un abanico de posibilidades hecho de un arte escénico que multiplica miradas, relatos, sentidos. Que escribe con una mano múltiple y colectiva.  Que produce reflejos con vida que invita a mirarnos.  

Publicado en "El semejante" / Septiembre 2013