lunes, 5 de mayo de 2014

Si tuvieras la posibilidad… ¿qué harías?

Si tuvieras la posibilidad de contar algo de tu vida, qué compartirías?
Si tuvieras la posibilidad de ver una escena o sensación qué pedirías volver a ver?
Si tuvieras la posibilidad de actuar, qué personajes o roles te gustaría representar?
Si tuvieras la posibilidad de servir a otros, prestando tus movimientos, tus gestos para re-crear sus escenas y emociones dónde lo harías?
Si tuvieras la posibilidad de jugar a ser otros de a ratos, quiénes te gustaría ser-hacer?

No es magia ni la lámpara de Aladino. Es teatro espontáneo.

Un espacio lleno de creación Y la creación de un espacio para actuar, sentir, pensar, escuchar, decir, compartir, observar, contemplar, sensibilizar.
Crear un espacio es toda una apuesta. Abrir el eje de coordenadas cotidianas para que el arte haga su parte. Crear un espacio para producir múltiples posibilidades.

El teatro espontáneo trabaja con esa intención, de crear espacios, de hacer lugar. 
Como espectador-público-participante-ciudadano-vecino. Tener la posibilidad de volver a ver un momento de la vida, ver lo que estás sintiendo, lo que te está pasando, lo que alguna vez te contó la abuela sobre su infancia. Y también participar escuchando los sentires de otros que son como vos aunque sientan diferentes o a veces sientan lo mismo, hayan vivido lo mismo. Ver. Escuchar. Sentir.
Como narrador. Tener la posibilidad de contar algo y que te escuchen, de compartir algo que te pasó o que te está por pasar o de repente poner en palabras algo que pide salir –sin planificación previa-. Ser escuchado, ser reconocido, tener la palabra.
Como actor. Tener la posibilidad de actuar, de poder darnos el permiso para ser artistas en sus múltiples modos. De entrar y salir de las emociones, de ponernos en el lugar del otro. De hacer teatro. De tomar la poesía escondida en cada tramo de vida. De hacer visible lo invisible. De amplificar. De jugar a ser. De estar disponible para otros. De trabajar en equipo.

Puede que no resonemos con cada relato, puede ser que más de una vez nos toque hacer justo ese personaje que no nos gusta para nada, puede ser que a veces la magia no sucede. Puede ser. Y también puede ser que amemos hacerlo, contar, ver, actuar. Que nos contagiemos de alegría al ver cómo otra persona comparte pétalos de su alma recogida en algún rincón insospechado de su mundo. Que lloremos con el relato de un ser querido que en esa función abre su corazón para que respire y se expanda. Que la música nos lleve de viaje por lugares que pensábamos perdidos de nuestro interior.


Todo puede pasar. No es magia. Es teatro espontáneo.

Nota publicada Periódico El Semejante / Mayo 2014