jueves, 21 de agosto de 2014

SEGUNDO CUATRIMESTRE 2014


LOS NIÑOS EN EL TEATRO ESPONTÁNEO

Se terminan las vacaciones de invierno y con ellas los mil y un espectáculos para niños.
El teatro espontáneo es la excepción a muchas reglas pero no a ésta. En estas semanas entre julio y agosto también la vida de las compañías de teatro espontáneo es atravesada por la impronta vacacional e infantil.
Este cruce de niños y teatro espontáneo es de por sí un cruce interesante, curioso, particular como todo lo que atraviesa a cada uno de ellos.

Este teatro es corporal, improvisado, lúdico y en este sentido fácil de comprender y accesible a la lógica infantil. Ellos comprenden con rapidez de qué se trata y así se lanzan a participar.

Es muy interesante observar el tipo de relatos que suelen contar como por ejemplo historias en las que se cayeron, se lastimaron, les salió sangre o rompieron un diente. Resulta llamativo este tipo de narraciones si lo pensamos desde una lógica adulta ya que en los adultos no es frecuente pedir ver caídas y golpes. Sin embargo es frecuente en niños, como también es común escuchar sus miedos.

En estas fechas, cuando el auditorio de una función se llena de niños volvemos a tomar contacto con la frescura y la espontaneidad en su sentido pleno. Se puede apreciar cómo juegan, cómo tramitan la vida y sus problemas, cómo rescatan lo que les gusta.

Es posible que haya relatos semejantes, en el sentido de que alguien cuente un paseo por el zoológico y luego varios quieran contar también su paseo por el zoológico. Es posible también que el silencio en algunos momentos sea difícil de lograr, y eso muchas veces al adulto lo incomoda, le molesta. Esto sucede entre otras cosas porque aún no tienen incorporados determinados ritos y es justamente lo que hace a la frescura que le aportan a este teatro de composición colectiva.

Sin embargo participar en una función de niños es un regalo, una oportunidad para escuchar cómo fluye la espontaneidad tan difícil de lograr a veces en los adultos. Los niños cuentan lo que están sintiendo, lo que en ese momento les pasa, no evalúan si está bien o no, ni qué imagen quieren darle a los otros, sino que reaccionan con sinceridad y verdad.

La simpleza en los relatos de los niños no es por simple menos sabia, muy por el contrario, en esa literalidad muchas veces se encierra el secreto de la sabiduría y de la potencia teatral.
Hacer funciones de teatro espontáneo para chicos es intenso, activo, dinámico, lúdico. Si queremos saber cómo es el niño interior que llevamos dentro los invito a participar de una función para conectar con la potencia de los niños que están fuera de nosotros, ellos nos ayudarán a iluminar nuestro camino.  

Nota Publicada en El Semejante / Agosto 2014


TRANSITAR EL MIEDO

Qué es lo que no se puede escribir, lo que nuestras ideas tapan cuando nos sentamos frente a la computadora? Qué cosas son las que evitamos hacer, cuando damos vueltas y en lugar de ponernos a hacer lo que sabemos que tenemos que hacer nos distraemos con cualquier otra cosa. Cuáles las cosas que hacemos para evadir esas que nos llaman, que nos esperan y nosotros no queremos saber nada. Hace unos meses escribí sobre la angustia como un sentir incómodo y absolutamente necesario cuando vamos transitando un camino que tiene que ver con alguna verdad propia, interna, un camino verdadero. Hoy acuden a mi ventana ideas ligadas al miedo, a los temores que siempre están revoloteando nuestra vida y nuestras decisiones.

Mucho se escribe sobre el miedo y me animo a decir que todos sabemos qué es sentir miedo… sin embargo está ahí… acechando, oculto en los olvidos, detrás de las cortinas de nuestro deseo, listo para emerger siempre que puede.

Y me pregunto qué forma tiene el miedo? Qué formas cobra nuestro miedo? Cómo hacer para distinguirlo porque aunque no parezca no siempre está tan a la vista, a veces hace falta sacar capas y capas de ruido, de acelere, de vorágine para advertir que una parte de nuestro ser está agachado y muerto de miedo frente al propio deseo. Sí, escucharon bien (digo leyeron bien) muchas veces el miedo aflora cuando tenemos éxito, cuando eso que tanto ansiamos está sucediendo. Y entonces cuando estamos ahí, cara a cara con lo que anhelamos el miedo toma una forma particular, porque no se trata de cobardía sino que es un miedo que nos anuncia que estamos a punto de dar un salto cualitativo en nuestro universo conocido, estamos por ampliar nuestro campo de acción y entrando en un capítulo inédito de nuestra vida.
Se me ocurre imaginar un escenario con el miedo en relación al deseo, como si un grupo de personas actuaran miedos y otro grupo actuara deseos, y ambos grupos dialogaran, interactuaran… qué pasaría? Qué haría el miedo, los miedos? Qué harían los deseos. Si le agregamos a ese cuadro dinámico un personaje que sintiera miedo frente a un ofrecimiento laboral que se hace realidad… múltiples posibilidades se abren en un espacio dramático y espontáneo, en un espacio creativo que nos ayuda a imaginar, a encarnar, a ver.
De esto se trata el teatro espontáneo. De mostrarnos a nosotros mismos lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que estamos atravesando, sea para uno mismo, un grupo, una comunidad, un colectivo.
Transitar los miedos. Crecer. Dar el salto.


Nota publicada en El Semejante / Julio 2014