En un taller de teatro
espontáneo Juan cuenta que estaba volviendo en tren de provincia a capital,
volvía a su casa. Por el horario sabía que era posible que se cruzase con la
barra brava de river y eso lo ponía muy nervioso, le daba terror. Si bien no se
cruzó con la misma pidió ver ese momento, en el que se hubiera cruzado y ver su
reacción a través del actor protagonista.
Desde la dirección propongo que
el actor que hace de Juan se ubique en el centro del espacio dramático y que
desde cuatro puntos –en los bordes de la escena- se ubiquen cuatro
representantes de esa barra brava, uno en cada punto armando un cuadrado.
Entonces la barra brava va acercándose a Juan, paso a paso. En el centro Juan
que empieza a sentirse inquieto, con miedo. La escena sigue avanzando hasta que
los cuatro personajes quedan rodeando al actor que hace de Juan que se
encuentra en cuclillas, con los ojos cerrados sin posibilidad de escape o pelea.
Final de la escena.
Vuelve la mirada hacia Juan
que miró la escena con interés y ahora está con una sonrisa. No es la escena
que se imaginó, comenta. Parece haber un dejo de frustración en el ambiente. El
actor que hizo de él cuenta que la escena le generó la necesidad de no hacer un
escape heroico ni de enfrentamiento sino por el contrario hacerse chiquito y quedarse
quieto en el lugar.
En este caso, cuando el actor
comparte su percepción nos da la clave de la escena de Juan. Él pidió verse con
miedo. Mirar con los ojos abiertos una escena en la que se encuentra con los
ojos cerrados.
En teatro espontáneo la propuesta es representar teatralmente lo
narrado o mejor aún lo que está dicho entre líneas. Cuando el narrador finaliza
su relato y se dispone a mirar la escena hay un instante de silencio, de
víspera, de expectativa muda que vacila… ¿Qué harán los actores? ¿Cómo
representarán esta historia?
No siempre tenemos claro lo
que pedimos ver, ni somos conscientes de cómo vivimos o quiénes somos y mucho
menos sabemos con qué nos vamos a encontrar cuando veamos nuestra escena. Este
dispositivo oficia a modo de espejo que busca producir a través de la metáfora
y la poética las escenas que nos capturan, que nos expanden, que nos frustran y
que nos dan vida. Para mirarnos. Para dar visibilidad a lo que nos inquieta. Y
también para producir escenas que soporten nuestra realidad, que nos ofrezcan
puntos de referencia a los que podamos acudir cuando sintamos la necesidad.
Publicado en "El semejante" / agosto 2013