Pensaba
escribir sobre el encuentro como esos instantes de contacto ya sea con nosotros
mismos, con el otro y también con eso del mundo que nos interesa. También lo
pienso como un hallazgo, como algo que se produce en esa relación con eso otro
y que produce sorpresa. ¿Nos damos cuenta cuando estamos en ese momento de
encuentro?, ¿somos conscientes cuando eso sucede?
Curiosamente
teniendo este tema en mente llega a mis ojos con un brillo especial una foto
del foro nacional de teatro espontáneo octubre 2012 en la que había escrita una
oración sobre un afiche gigante, que decía “Un
pueblo de encuentros que visten historias”. Nada más atinado para esta
nota. El teatro espontáneo (TE), un
pueblo de encuentros, sencillamente hermoso. Es algo muy impresionante que
surja naturalmente entre diferentes teatristas definir al teatro espontáneo
como un lugar, una especie de país o territorio.
El
teatro tradicional propone un espacio dramático, ya tenemos una dimensión
espacial. Por su parte, el TE plantea en ese espacio dramático en principio un
espacio vacío que será habitado por las historias del público. Aquí ya tenemos
un juego con la palabra espacio que me resulta interesante. Por un lado la
dimensión espacial propiamente dicha y por otro, el hecho de que para que algo
acontezca debe haber espacio, sería una dimensión estructural. Cuando llevamos
nuestro teatro a cualquier comunidad o institución decimos que en cualquier
lugar se puede armar nuestro dispositivo, se puede armar que se podría traducir
como hacer lugar a.
El
trabajar en TE nos va entrenando en una herramienta que se ocupa de crear
espacios vacíos. ¿Para qué? Para propiciar encuentros. Para encontrarnos
nosotros, para entrar en contacto con el otro, para descubrir una nueva mirada
de lo mundano, para escuchar relatos.
Hacer
lugar, se me ocurre que es ese mismo hacer el que va creando (produciendo) en
nosotros -los hacedores- cierta identidad común en la que nos sentimos
habitantes, anfitriones, vecinos, aventureros.
Porque
no se trata de un pueblo con fronteras geográficas sino que es un pueblo de
encuentros, una tierra de encuentros, de reconocimientos, de contacto.
La
segunda parte de la frase “que visten
historias” es igualmente acertada como bella. Que visten relatos, el vestido como ese modo
indirecto de hablar del teatro y su representación. Le ponen el cuerpo -cargado
de poética- a nuestra cotidianeidad. Y siempre en plural porque si hay algo
multiplicador en este pueblo es que nunca se trata de una historia, siempre son
historias, con s (ese), relatos, vivencias, emociones.
En
marzo publicaba una nota que hacía referencia a ese mismo foro y hablaba de un
taller en el que se trabajó el poder historizar el movimiento del teatro
espontáneo en argentina, historizar el movimiento y también a nosotros mismos,
en qué momento de esa historia habíamos conocido este pueblo.
Hace
casi un mes estuve en Paraguay participando del V Foro Latinoamericano de
Teatro Espontáneo. Fue un Foro hermoso, sentido, íntimo. Y en unos de esos
instantes mágicos que se dan de forma inesperada nació la idea de llevar a cabo
el 2° Foro Nacional de TE en el 2014 en
Buenos Aires. Con Elisa Davolio (colega e integrante de la Compañía Cosmos)
nos miramos -¿Hay equipo?- nos preguntamos buscando cada una en la otra la
complicidad necesaria para decirle que sí a ese impulso en forma de propuesta.
En
estos días ya es una idea que empieza a dar sus primeros pasos y con Elisa
vamos armando la convocatoria para aquellas personas que se quieran sumar a la
comisión organizadora.
Algo
que todo el tiempo me vino a la mente desde ese entonces hasta hoy es “a veces hay que poner la casa para que el
encuentro se produzca y para que la comunidad se siga multiplicando”… a
veces hay que poner la casa… a veces somos invitados y a veces anfitriones de
un colectivo itinerante que está en pleno crecimiento. Con mucha alegría y una
sensación de vértigo total afirmamos que en el 2014 todos serán bienvenidos a
nuestra casa, las puertas estarán abiertas de par en par, el corazón inquieto
de emoción y el pueblo de las historias tendrá un espacio donde acampar.
Nota
Publicada para “El Semejante” / noviembre de 2013