Contar una sensación,
compartir con otros lo que estamos sintiendo y hasta poder verlo representado,
de esto se trata el Teatro Espontáneo. Contar lo que sentimos es algo que tiene
su magia, no siempre tenemos claro qué nos pasa pero tenemos una sensación,
algo que contar, no sabemos bien qué es pero por ejemplo nos estalla la cabeza,
estamos tan emocionados que nos faltan las palabras, sentimos una alegría
inmensa que quisiéramos dar saltos enormes o tenemos un montón de palabras
atoradas en la garganta y parecen no encontrar la salida… o no encontramos
ninguna palabra que toque directamente lo que el cuerpo nos convida. Y sin
embargo queremos contar y en ese compartir hay otros que escuchan y en este
punto me gustaría demorarme hoy, en la escucha. Para que el acto de contar y
compartir tenga sentido, es necesario que haya quien escuche y no de cualquier
manera.
Cada rol (director, actor,
músico) tendrá distintas funciones en el arte de escuchar. Cada uno desde su
lugar deberá dejarse afectar por el relato y por el narrador.
Se abre un abanico de matices,
niveles y dimensiones. La escucha es múltiple, variada, compleja. Es una clave decisiva
para hacer teatro espontáneo. No es una condición para participar como público
en una función, porque desde ese rol lo que cada uno escuche estará bien. En
cambio para hacer teatro espontáneo es importante y hasta necesario trabajar la
propia escucha, para actuar, para sonorizar las representaciones, para
desempeñar el rol de director.
En función de esto pienso en
la noción de Doble que desarrolla el psicodrama como un concepto que atraviesa
el acto de escuchar en teatro espontáneo. Jugar el rol del Doble implica captar
lo que está dicho y lo que no (implícito, entre líneas) en lo que el narrador
cuenta. Lo que se busca es intentar captar la esencia del otro. No es cualquier
escucha la que necesitamos en teatro espontáneo sino una escucha empática, que
pueda captar en esa afectación sonora y perceptiva las claves del otro, de su
narración, de sus personajes.
Escuchar con el corazón, con
la cabeza, con los oídos, con la piel, con el cuerpo, con las manos, con el
espacio, con los ojos cerrados, con el alma, con la conciencia.
Escuchar al otro, a lo otro, a
los otros. A lo que conocemos del otro y a lo que desconocemos.
Escuchar para acompañar.
Para
abrazar.
Para contener.
Para actuar.
Para aprender.
Para alojar.
Para dirigir.
Para organizar.
Para crear.
Nota publicada en el Periódico El Semejante / Junio 2014
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