martes, 3 de junio de 2014

El arte de Escuchar

Contar una sensación, compartir con otros lo que estamos sintiendo y hasta poder verlo representado, de esto se trata el Teatro Espontáneo. Contar lo que sentimos es algo que tiene su magia, no siempre tenemos claro qué nos pasa pero tenemos una sensación, algo que contar, no sabemos bien qué es pero por ejemplo nos estalla la cabeza, estamos tan emocionados que nos faltan las palabras, sentimos una alegría inmensa que quisiéramos dar saltos enormes o tenemos un montón de palabras atoradas en la garganta y parecen no encontrar la salida… o no encontramos ninguna palabra que toque directamente lo que el cuerpo nos convida. Y sin embargo queremos contar y en ese compartir hay otros que escuchan y en este punto me gustaría demorarme hoy, en la escucha. Para que el acto de contar y compartir tenga sentido, es necesario que haya quien escuche y no de cualquier manera.

Cada rol (director, actor, músico) tendrá distintas funciones en el arte de escuchar. Cada uno desde su lugar deberá dejarse afectar por el relato y por el narrador.
Se abre un abanico de matices, niveles y dimensiones. La escucha es múltiple, variada, compleja. Es una clave decisiva para hacer teatro espontáneo. No es una condición para participar como público en una función, porque desde ese rol lo que cada uno escuche estará bien. En cambio para hacer teatro espontáneo es importante y hasta necesario trabajar la propia escucha, para actuar, para sonorizar las representaciones, para desempeñar el rol de director.

En función de esto pienso en la noción de Doble que desarrolla el psicodrama como un concepto que atraviesa el acto de escuchar en teatro espontáneo. Jugar el rol del Doble implica captar lo que está dicho y lo que no (implícito, entre líneas) en lo que el narrador cuenta. Lo que se busca es intentar captar la esencia del otro. No es cualquier escucha la que necesitamos en teatro espontáneo sino una escucha empática, que pueda captar en esa afectación sonora y perceptiva las claves del otro, de su narración, de sus personajes.

Escuchar con el corazón, con la cabeza, con los oídos, con la piel, con el cuerpo, con las manos, con el espacio, con los ojos cerrados, con el alma, con la conciencia.
Escuchar al otro, a lo otro, a los otros. A lo que conocemos del otro y a lo que desconocemos.

Escuchar para acompañar. 
Para abrazar. 
Para contener. 
Para actuar. 
Para aprender. 
Para alojar. 
Para dirigir. 
Para organizar. 
Para crear.

Nota publicada en el Periódico El Semejante / Junio 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario