jueves, 25 de agosto de 2011

Improvisación teatral y Aceptar lo diferente


“mis ojos se abren a una nueva luz:  yo necesito compañeros, pero compañeros vivos, no compañeros muertos y cadáveres que tenga que llevar a cuestas por donde quiera que vaya”

            Así habló Zaratustra              F. Nietzsche


         Fue hace algunos años que buscando otra cosa –como suele pasar- me encontré con un taller de improvisación teatral, pensaba por aquellos días que una experiencia corporal podría enriquecerme pero no me imaginaba que me abriría otros mundos tan vinculados al mundo psi –psicológico, psíquico, psicoanalítico-  que conocía por mi formación como psicóloga en la U.B.A.
         Al poco tiempo accedí al libro Impro: Improvisación y Teatro de Keith Jonstone (1979) uno de los creadores de esta técnica.  En su libro nos cuenta cómo fue desarrollando su trabajo con la Impro desde 1958 en adelante motivado por desafiar los modelos clásicos de enseñanza, escritura y dirección teatral debido a diferentes períodos de inhibición y falta de inspiración, consideraba que la Educación Formal empobrecía a los sujetos y que cada uno contaba con un potencial de creatividad singular. Ni superficial ni ingenuo.

         ¿Qué es la Improvisación Teatral (I.T.)?  Es una técnica que hace posible crear historias entre diferentes sujetos sin ponerse de acuerdo ni conocerse previamente, teniendo como eje la aceptación, la confianza, la escucha y la acción.  Quiero tomar los dos primeros de estos elementos ya que aun hoy me siguen sorprendiendo por el nivel de cuestionamiento que abre a los modos de vinculación que utilizamos cotidianamente. 
         A través del entrenamiento en esta técnica uno puede construir la confianza necesaria en uno mismo y en los otros para asumir el vértigo de estar creando historias que nadie controla, de estar andando haciendo camino.  No se trata de confianza ciega, ni de confiar en el otro porque es bueno, tampoco es que confío en que el otro va a hacer lo que yo quiero, es confiar en lo que uno hace y en que el otro compañero trabaja para la historia que estamos creando y a su manera.  Entonces no es una confianza personal sino de la tarea, yo tengo que trabajar para la historia que se está armando y esto produce un descentramiento, el centro no soy yo, sino la historia.
Veamos que sucede con la aceptación, qué acepto? Digo que sí y listo, es eso?  No alcanza con decir que sí, hay que hacerlo, aceptar la situación que se viene desarrollando y las acciones que se realizan tanto como los efectos que ello produce en mí y en la historia y llevarlos hasta el final.  Esto implica que cualquier acción es válida, lo que no es válido es la impunidad porque cada cosa que sucede en escena importa y afecta a cada uno de los que improvisa, y eso permite que la historia se cuente, si nadie se ve afectado entonces nada sucede, no hay historia ni improvisación.
            Aceptar es una consigna simple que genera reacciones de las más variadas en cada sujeto, negando las propuestas, queriendo controlarlas, buscando imponerse a los otros; todas ellas bloqueando al improvisador y a la improvisación.  Y aquí lo sorprendente porque no estamos acostumbrados a aceptar, a aceptarlo al otro como diferente y respetarlo en su libertad de acción, es un lenguaje que manejamos muy poco. Claro que si la consigna es aceptar y hay dos personas improvisando es una tentación que alguno de los dos comience a dar órdenes y que el otro acate y el juego se torna tan aburrido que ambos entienden que improvisar no es eso.  Me detengo en sorprendente porque nunca se agota la fuente de recursos con los que contamos para negarlos a los otros en su diferencia, nos resulta difícil de tolerar y en los entrenamientos queda en evidencia pero luego, devueltos a la ciudad, seguimos reconociendo las diferencias y nos abrimos a otros desafíos en la cotidianeidad que tendrán que ver con poner en juego ese saber que no se deja engañar con palabras y habilitar otros modos de vinculación.
         La impro es un vacío que hay que asumir para poder andar.  Compañeros vivos con los que crear y vivos tiene en su haber la fuerza del cuerpo y de la acción.  Y uno acepta con el cuerpo, con su acción y esto lleva a modificarme y mi cambio transforma la situación y lo transforma al otro también, reconozco estas líneas ya leídas y escuchadas en otras corrientes de pensamiento y digo que sí, que tienen esa fuerza política. 
En los encuentros el coordinador propone diferentes tipos de ejercicios que apuntan a lograr incorporar los cuatro ejes necesarios para poder improvisar y contar historias con otros.  En los juegos lo que interesa es que el cuerpo abra sus canales de expresión, lograr un cuerpo disponible, vulnerable, soltar el control de nuestros actos y dejarnos sorprender por aquello que hacemos y cuando esto sucede y nos abrimos comienza a aparecer todo tipo de material y Jonstone en este punto es claro y dice que el coordinador no tiene que responsabilizar a los sujetos que improvisan por el material que aparece, material inconsciente, sino dejar que surja y poder crear con ello.  Sexo y muerte entre otros son los elementos que primero aparecen y resulta lógico considerando que nuestra civilización se funda en la represión de estos significantes.  Luego de incorporarlos al trabajo de improvisación es que pueden aparecer otros materiales, otros temas.  La I.T es la posibilidad de explorar lo inconsciente lúdicamente.  La responsabilidad que se pone en juego en los ejercicios se define por las acciones que realizo, no por su material y soy responsable de mis acciones porque no puedo esperar a que me digan qué hacer o cómo hacerlo ya que eso lo decide cada uno, no me pongo al servicio del otro para que el otro decida por mí ni me hago responsable de los otros cada uno juega su juego y sin embargo no está solo y desde ahí improvisa y crea con los otros.
Mi manera de improvisar pone en evidencia mi manera de andar por la vida, allí es donde aparecen bloqueos, rutinas y recursos que reconozco y que no reconozco como propios y los descubro improvisando y desplegando.  En este trabajo el coordinador tiene que ayudar a desbloquear a los participantes para que los ejercicios se desarrollen, deberá generar el mayor interés en las actividades y no en ellos mismos, no hay trabajo personal ni interpretación, hay entrenamiento y diversión, un espacio de juego contenido por sus reglas que busca abrir los canales de creatividad y suspender los juicios de valor.
Es lo inconsciente.  Es aceptar las diferencias. 

Nota publicada en la Revista Campo Grupal/ año 2005

1 comentario:

  1. He querido empezar por el principio del blog para poco a poco ir conociendo. Me gustan mucho estas palabras "potencial de creatividad singular" porque creo que hoy en día tenemos la creatividad muy tapada, muy aprisionada y yo estoy viendo que es lo que me hace sentir féliz y más yo.

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