miércoles, 6 de noviembre de 2013

Teatro Espontáneo: Pueblo de Encuentros


Pensaba escribir sobre el encuentro como esos instantes de contacto ya sea con nosotros mismos, con el otro y también con eso del mundo que nos interesa. También lo pienso como un hallazgo, como algo que se produce en esa relación con eso otro y que produce sorpresa. ¿Nos damos cuenta cuando estamos en ese momento de encuentro?, ¿somos conscientes cuando eso sucede?

Curiosamente teniendo este tema en mente llega a mis ojos con un brillo especial una foto del foro nacional de teatro espontáneo octubre 2012 en la que había escrita una oración sobre un afiche gigante, que decía “Un pueblo de encuentros que visten historias”. Nada más atinado para esta nota. El teatro espontáneo (TE), un pueblo de encuentros, sencillamente hermoso. Es algo muy impresionante que surja naturalmente entre diferentes teatristas definir al teatro espontáneo como un lugar, una especie de país o territorio.

El teatro tradicional propone un espacio dramático, ya tenemos una dimensión espacial. Por su parte, el TE plantea en ese espacio dramático en principio un espacio vacío que será habitado por las historias del público. Aquí ya tenemos un juego con la palabra espacio que me resulta interesante. Por un lado la dimensión espacial propiamente dicha y por otro, el hecho de que para que algo acontezca debe haber espacio, sería una dimensión estructural. Cuando llevamos nuestro teatro a cualquier comunidad o institución decimos que en cualquier lugar se puede armar nuestro dispositivo, se puede armar que se podría traducir como hacer lugar a.

El trabajar en TE nos va entrenando en una herramienta que se ocupa de crear espacios vacíos. ¿Para qué? Para propiciar encuentros. Para encontrarnos nosotros, para entrar en contacto con el otro, para descubrir una nueva mirada de lo mundano, para escuchar relatos.
Hacer lugar, se me ocurre que es ese mismo hacer el que va creando (produciendo) en nosotros -los hacedores- cierta identidad común en la que nos sentimos habitantes, anfitriones, vecinos, aventureros.
Porque no se trata de un pueblo con fronteras geográficas sino que es un pueblo de encuentros, una tierra de encuentros, de reconocimientos, de contacto.

La segunda parte de la frase “que visten historias” es igualmente acertada como bella.  Que visten relatos, el vestido como ese modo indirecto de hablar del teatro y su representación. Le ponen el cuerpo -cargado de poética- a nuestra cotidianeidad. Y siempre en plural porque si hay algo multiplicador en este pueblo es que nunca se trata de una historia, siempre son historias, con s (ese), relatos, vivencias, emociones.

En marzo publicaba una nota que hacía referencia a ese mismo foro y hablaba de un taller en el que se trabajó el poder historizar el movimiento del teatro espontáneo en argentina, historizar el movimiento y también a nosotros mismos, en qué momento de esa historia habíamos conocido este pueblo.
Hace casi un mes estuve en Paraguay participando del V Foro Latinoamericano de Teatro Espontáneo. Fue un Foro hermoso, sentido, íntimo. Y en unos de esos instantes mágicos que se dan de forma inesperada nació la idea de llevar a cabo el 2° Foro Nacional de TE en el 2014 en Buenos Aires. Con Elisa Davolio (colega e integrante de la Compañía Cosmos) nos miramos -¿Hay equipo?- nos preguntamos buscando cada una en la otra la complicidad necesaria para decirle que sí a ese impulso en forma de propuesta.
En estos días ya es una idea que empieza a dar sus primeros pasos y con Elisa vamos armando la convocatoria para aquellas personas que se quieran sumar a la comisión organizadora.

Algo que todo el tiempo me vino a la mente desde ese entonces hasta hoy es “a veces hay que poner la casa para que el encuentro se produzca y para que la comunidad se siga multiplicando”… a veces hay que poner la casa… a veces somos invitados y a veces anfitriones de un colectivo itinerante que está en pleno crecimiento. Con mucha alegría y una sensación de vértigo total afirmamos que en el 2014 todos serán bienvenidos a nuestra casa, las puertas estarán abiertas de par en par, el corazón inquieto de emoción y el pueblo de las historias tendrá un espacio donde acampar.



Nota Publicada para “El Semejante” / noviembre de 2013

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