martes, 7 de mayo de 2013

Los relatos antes de ser contados (*)


“¿El poema existe antes de ser escrito? ¿La idea existe antes de que la conozcan? 
(…) ¿Adónde vamos a escuchar la música que nadie ha oído todavía? 
Hay un lugar en nuestro cuerpo al que podemos acudir y escuchar. 
Si vamos allá y guardamos silencio, podremos extraer la música.”
(Stephen Nachmanovitch, 2004)

 Uno de los momentos privilegiados en teatro espontáneo es cuando el narrador hace su relato. Emergen de la voz de personas que se animan a contar, voluntaria y espontáneamente, recuerdos y/o sensaciones. Entonces, el auditorio en un silencio expectante escucha retazos de vida que luego serán representados.

Aparecen diversas preguntas que suenan en mi mente ¿Existen esas narraciones antes de ser referidas? ¿Dónde estaban esos decires antes de ser dichos? En una sensación, ¿Lo relatado es igual a la imagen que evoca? ¿Hay un solo cuento acerca de una historia? ¿Hay una historia sola en cada narración? ¿Siempre que se cuenta muta el relato? ¿Tienen vida?

Con las manos llenas de semillas lanzo la siembra al viento y hago rodar las preguntas para aventurar algunas respuestas como luces en el camino. Intuyo rutas posibles. Pienso que los relatos antes de ser contados son como el río que fluye, como la luz que emana de las estrellas, como la sonrisa del bebé que nació hace poquito. Son vivencia, circunstancia, reflexión, anécdota. Se alojan en el cuerpo, en la idea, en el corazón. Andan revoloteando como pequeñas campanitas alrededor de nosotros y se insinúan entre los sentidos -hasta parecen chistarnos a veces-. Son gérmenes, semillas, supuestos, carne, sueño. El caldo de la sopa, lo que aún no existe pero está sucediendo, partes de uno mismo en la inconsciencia del ser. Están ahí haciendo cuerpo a la vera de la razón.

A veces uno puede detenerse a mirar y advertir la presencia inminente de relatos que brotan de la piel, de los ojos, de la cabeza de las personas. Otras veces me quedo con la sensación que la gente ni se da cuenta de la cantidad de relatos que llevan puestos, esperando la ocasión. Narrar, relatar, contar, ficcionar, decir, hablar, charlar son distintos modos de decirnos acerca de nosotros mismos, de iluminarnos. Los seres humanos estamos hechos de relatos, que nos historizan, que hacen cuento nuestra vida. En mi caso tengo muchos relatos en el punto en el que aún son puro cuerpo, sensación innominable que pervive ahí, justo en el límite de la palabra y la voz, como pura vibración y cuando respiro siento su presencia.

(*) Publicado en el Diario El Semejante / Mayo 2013

2 comentarios:

  1. Hola Verónica, muy interesante. Yo quiero pensar que en mí aún existen muchas cosas por expresar, emociones que aún ni siquiera conozco y que están calladas detrás de los limites y los miedos.

    Un abrazo desde España

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  2. Hola Amaia! claro que sí... coincido con tu parecer. Abrazo grande

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