miércoles, 24 de octubre de 2012

“¿Qué ves cuando te ves?”

¿Qué vemos cuando nos miramos al espejo? Una pregunta simple que pone de manifiesto un espacio entre lo que uno mira y lo que ve en eso que mira. Ese espacio, ese algo suele no ser consciente, y por eso tendemos a creer que miramos y vemos lo mismo. ¿Qué pasa cuando miramos una representación teatral de algo que contamos? ¿Qué veo cuando otra persona hace de mí?
 Un taller de teatro espontáneo es un espacio que busca intervenir en esa naturalización de la mirada y de la conciencia posibilitando el reconocimiento de nuestra existencia. Representar teatralmente la vivencia que narró otro y/o ver mi historia representada por otros. Así sucede en este teatro. Se realizan ejercicios para hacer entrar al cuerpo y a la mente en un espacio y tiempo diferentes para dramatizar, lo que vivió uno es escena de otro, que luego contará su historia y la verá representada por otros.
   Parece un juego de palabras, sin ir más lejos Juan cuenta que “en la vida las cosas no me resultaron fáciles, me costó poner mi negocio…hacer crecer mi empresa”. Todos los participantes escuchan el relato de Juan, los que están en el rol de actor lo escuchan con diversos sentidos, con los oídos, con el cuerpo, con los ojos y con la sensibilidad. Uno de los actores representa a Juan, dos personas representan las dificultades y otras dos a la empresa que finalmente sale adelante. La escena se inicia con Juan parado en el medio del espacio dramático a su izquierda la empresa en una actitud expectante, a su derecha las dificultades mascullando, rumiando problemas, así se van acercando hasta atrapar a Juan que ya había tomado de las manos a la empresa. Se da una lucha, física, simbólica, energética, de estados tensos hasta que en esa danza las dificultades van cediendo, van perdiendo fuerza, se van agotando. Entonces queda Juan de rodillas honrando y mirando a su empresa que está de pie, entera, poderosa.
   El personaje de Juan fue representado por Esteban. Juan observó su vivencia como testigo. Esa mirada, cargada de sentido y emoción, abre el juego a nuestro interior, al interior de Juan y su escena, al interior de Esteban y su representación, y también al interior de todo espectador, así como al interior de los otros actores que formaron parte de la representación.
  Algo en esa posibilidad de volver a ver un momento de nuestras vidas nos permite sacar para afuera, mirar, ver, escuchar, sentir y seguir camino.

Nota publicada en el Diario "El Semejante"/ Julio 2012 

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